lunes, 12 de marzo de 2012

Ibirque

Ibirque es un núcleo perteneciente a Sabiñanigo y situado en plena Sierra de Belarra. A 1330 metros  las ruinas se han apoderado de sus calles.

Hay múltiples caminos para acercarse hasta este pueblo: desde la carreteras de la Guarguera dirección Nocito, desde la Cumbre del Monrepós, Lusera (1,5h), Nocito...

Algunas construcciones que todavía quedan en pie, se han ultilizado durante años para guardar animales


La Iglesia estaba dedicada a San Martín de Tours




Leyenda del Dolmen de Ibirque o “a caseta d'as bruxas”

Caminante si alguna vez pasas por el dolmen de Ibirque a la hora en la que la sierra comienza a parpadear y las sombras de la noche empiezan a cubrir el Puntón de Guara, no te detengas. Seguro que algún viejo del lugar te puede contar la leyenda de Antonio…
Los truenos parecían querer dinamitar la Sierra, las últimas luces habían desaparecido,la visibilidad era nula y Antonio, aunque conocía  el camino, decidió parar. El refugio más cercano era el dolmen que se halla no lejos de la encrucijada con el sendero de Ibirque y el de Abellana. Antonio conocía todos los secretos de la sierra, sus montes, senderos… pero no se sentía a gusto cobijado en el dolmen. No obstante, se acomodó lo mejor que supo y por lo menos sintió alivio al verse libre del aguacero que caía. Al poco se sintió atacado por el sueño, pensó que una cabezada no le iría mal, además ya era hora de dormir.
Le despertó un trueno que sonó de manera especial. Había dejado de llover y desde el interior del Dolmen, pudo distinguir un cielo estrellado. Iba a incorporarse cuando le parecido oír un murmullo de voces, era una especie de Canto…las piernas le empezaron a temblar. Oía su nombre... ¿pero quién sabía que estaba allí?
Desde el interior del Dolmen vio como unas luces iluminaban el paisaje. No había luna, tampoco podía ser una hoguera, Las tenebrosas siluetas bailaban pausadamente, quería asomarse pero le faltaban fuerzas.
Creyó estar soñando, pero estaba muy despierto.
Antonio decidió que tenía que salir de allí, pero nada más asomarse notó como le ardían los ojos. Una extraña luz penetró en sus pupilas hasta dejarle sumido en la oscuridad.
A la mañana siguiente una mano yacía en ademán de arañar la roca, era Antonio, muerto, con expresión de horror y los ojos quemados.
Texto adaptado, extraído de “Leyendas de Guara” (Javier Casasús Latorre) Prames

2 comentarios:

  1. Recuerdo que hace 3o años estuve por última vez en ese pueblo y ya estaba así.Me acuerdo de haber visto el mismo arado de hierro. El tiempo pasa pero nuestros pueblos siguen hacia abajo.

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  2. Luison!!! Buen trabajo con el blog.
    Ánimo que esta muy chulo.

    E.

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